Home > El Rol del Estado > Equilibrio entre la vida laboral y la familiar en las políticas públicas: Perspectivas en distintos países

Equilibrio entre la vida laboral y la familiar en las políticas públicas: Perspectivas en distintos países

En paralelo con la feminización de la fuerza laboral en muchos países del mundo, la cuestión del equilibrio entre la vida laboral y la familiar ha ido adquiriendo un lugar cada vez más destacado en la agenda de políticas públicas. Ipek Ilkkaracan recurre a estudios de caso de siete países miembros de la OCDE para analizar la diversidad de contextos y políticas públicas que han surgido en estos países en torno al equilibrio entre la vida laboral y familiar. Subraya la importancia de un enfoque integrado para elaborar políticas de conciliación entre la vida laboral y la familiar desde la perspectiva del tiempo, como las licencias por cuidado, su distribución de género y sus jornadas laborales, y también la prestación y financiamiento de servicios de cuidado. La autora también identifica estrategias para hacer avanzar la agenda de políticas públicas tanto en el Norte como en el Sur globales, señalando la multitud de objetivos sociales y económicos a los que sirven las políticas para el equilibrio entre la vida laboral y familiar.

 

Introducción

El problema que representa conciliar el trabajo y la familia tal vez constituya uno de los desafíos más grandes para las políticas sociales y económicas en nuestra época. Si bien el crecimiento económico llevó a un número creciente de mujeres a salir de su condición tradicional de amas de casa e ingresar al mercado laboral como participantes activas, quienes diseñan las políticas a menudo pasaron por alto la carga que representa el trabajo doméstico no remunerado y sobre todo las labores de cuidado. Por eso, un mejor acceso de las mujeres al mercado laboral muchas veces vino acompañado de una multitud de problemas bien conocidos, como el aumento en las cargas laborales de las mujeres, las desigualdades de género persistentes en el mercado laboral asociadas con una distribución de género dispar de la carga de cuidado, un déficit de cuidado sobre todo en los hogares de ingresos bajos1 y en algunos casos una caída en las tasas de fertilidad que exacerba la crisis demográfica.

Algunas académicas feministas llamaron a esta miríada de problemas asociados con el equilibrio entre la vida laboral y familiar ‘la crisis del cuidado’, poniendo énfasis en su correlación con las crisis económica y ambiental (Beneria, 2007; Ilkkaracan, 2012). La crisis del cuidado empujó a los gobiernos nacionales, organizaciones intergubernamentales y grupos de la sociedad civil a tratar la cuestión del equilibrio entre la vida laboral y familiar en la agenda pública, cada vez con mayor intensidad. La necesidad de intervenciones políticas se ha postulado desde una perspectiva que incluye variados objetivos más allá de la igualdad de género, como por ejemplo las políticas de conciliación como requisito previo para el crecimiento sostenible, el pleno empleo y la integración social (EC, 2008); mejorar la integración de hombres y mujeres al mercado laboral al mismo tiempo que se apoya el desarrollo infantil (OECD, 2002); y reducir las desigualdades entre hogares de distintas clases socioeconómicas (Razavi, 2011).

A continuación analizaremos los contextos y debates sobre políticas públicas para el equilibrio entre la vida laboral y familiar en siete países de la OCDE – cuatro miembros de la UE: Francia, Países Bajos, España y Suecia; y tres economías emergentes: México, Corea del Sur y Turquía. Este análisis se basa en los estudios de caso para estos países elaborados en el marco de un programa de investigación sobre los mecanismos de conciliación entre trabajo y familia en estos países.2 La comparación entre los estudios de caso de los países muestra, por un lado, la rica diversidad de contextos en los que fueron surgiendo los debates públicos y se elaboraron políticas en esos países, pero también identifica varios temas recurrentes y los desafíos a futuro.

El estado de bienestar europeo: Un aparente paraíso del equilibrio entre la vida laboral y familiar, pero con reservas

La comparación entre las experiencias de las agendas políticas emergentes sobre el equilibrio entre la vida laboral y familiar en los países del Norte y del Sur global muestra que las divergencias son, en gran medida, producto de las diferentes realidades históricas del crecimiento económico y de cómo ese crecimiento se tradujo en una transformación de la estructura familiar que pasó de hogares de renta única a hogares de renta dual. La experiencia europea en el período posterior a la Segunda Guerra se ha caracterizado por un crecimiento significativo en la oferta. Durante la era dorada del capitalismo (entre las décadas de los años cincuenta y setenta), en estas economías hubo un fuerte crecimiento de la demanda laboral en condiciones de incremento de la productividad y oferta laboral limitada. Esto creó una base favorable para la transformación de las mujeres de su posición tradicional como amas de casa a participantes en el mercado laboral. Es posible postular varios factores que contribuyeron a un marco de referencia positivo para las políticas de conciliación entre el trabajo y la familia. Esto sucedió en el período de la Guerra Fría cuando competían dos modelos económicos: la economía de libre mercado occidental enfrentada a la economía planificada centralmente en oriente. El resultado fue un ambiente político que permitió el desarrollo de una versión europea más humana del capitalismo: el estado de bienestar social. Además, la elevada productividad y el crecimiento sólido permitieron un gasto público generoso. Por último, las condiciones de productividad elevada y crecimiento estable no interrumpido por crisis permitió el desarrollo de los sindicatos como instituciones importantes del mercado laboral. Esta combinación hizo posible las demandas por jornadas laborales reducidas, derechos a licencias por maternidad y parentales generosas, así como el apoyo del estado y las/os empleadoras/es para los servicios de cuidado infantil, todos elementos importantes para un ambiente positivo en cuanto al equilibrio entre la vida laboral y familiar.

(Vuelve al principio de la página)

Francia y Suecia

Francia y Suecia son dos buenos ejemplos del crecimiento sólido de la oferta en el período posterior a la Segunda Guerra que creó las condiciones para el acceso de las mujeres al mercado laboral en simultáneo con un contexto político positivo para el equilibrio entre la vida laboral y familiar. Como resultado de esto, ambos países gozan de algunos de los mejores indicadores de igualdad de género en el mercado laboral y tasas de fertilidad relativamente elevadas para el contexto europeo, pese a las tasas también altas de actividad femenina en el mercado laboral. Pero el problema del equilibrio entre la vida laboral y familiar está lejos de haber sido resuelto.

Las políticas públicas sobre equilibrio entre la vida laboral y familiar en estos países tienen una larga historia que se remonta a los años sesenta.3 Nyberg (2010) muestra que en Suecia la visión que expresan las políticas públicas pasó del apoyo a las ‘familias con renta dual’ mediante la prestación de servicios públicos de cuidado infantil a las ‘familias con renta y carreras duales’ mediante reformas legislativas sobre derechos a licencias parentales, alentando a los padres a asumir la responsabilidad de la crianza en igualdad de condiciones. Por eso se puede decir que Suecia es un paraíso en cuanto a la combinación generosa de licencias por cuidado tanto para hombres como para mujeres, además del acceso amplio a servicios públicos de cuidado infantil de alta calidad.

Esta transformación de la visión que expresan las políticas públicas sobre el equilibrio entre trabajo y vida familiar para incluir las licencias parentales fue un elemento fundamental del debate en Suecia. Comenzó en 1974 cuando se reformó la Ley de Licencias por Maternidad para convertirla en la Ley de Licencias Parentales, para reflejar la igualdad de derechos y responsabilidades entre madres y padres en el cuidado infantil. Pero en esta primera versión de la ley, el derecho a la licencia parental era transferible entre la madre y el padre, y esto resultó en una tasa muy baja de padres que ejercieron este derecho: en 1985, solo el 23 por ciento de las personas que solicitaban una licencia parental eran hombres, y ellos utilizaban solo el 6 por ciento del total de días a los que tenían derecho por esta prestación (Nyberg, 2010). En 1995, una reforma promovida por el gobierno de centro-derecha-liberal hizo que un mes de la licencia no fuera transferible y lo llamó ‘el mes del padre’; en 2002, el gobierno social-demócrata incrementó ese período a dos meses. Esto tuvo un impacto considerable y las tasas de hombres que utilizaban esta licencia crecieron: a comienzos del siglo XXI, casi la mitad de quienes solicitaban licencia parental (44 por ciento) eran hombres y la proporción de días utilizados por los padres se triplicó llegando al 21 por ciento. Pero todavía los hombres no hacen uso de la licencia parental más allá de los dos meses ‘del padre’ intransferibles, y la distribución del total de 16 meses de licencia parental está lejos del equilibrio de género, ya que las mujeres continúan siendo quienes aprovechan más días por licencia parental (79 por ciento).

En Francia, el equilibrio entre la vida laboral y familiar se basa en un sistema de cuidado infantil nacional, accesible y de alta calidad además de, como señala Silvera (2010) la limitación por ley del horario semanal de trabajo a 35 horas,4 dos elementos originales en cuanto a su surgimiento entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. Las licencias por cuidado están más concentradas en las mujeres con la licencia por maternidad (16 semanas), mientras que la licencia por paternidad es solo de 11 días. La licencia parental (hasta tres años) no incluye ninguna porción intransferible como en Suecia, y la proporción en que la aprovechan los hombres es de un desesperanzador 1 por ciento. Esto también se refleja en las estadísticas sobre empleo del tiempo que se compilan desde los años ochenta, en las que el total de horas que dedican los hombres al trabajo doméstico no remunerado en Francia permanece estancada en alrededor de un tercio del total (Silvera, 2010).

Un tema de debate público en Francia y en Suecia es la disyuntiva entre transferencias de efectivo para el cuidado infantil o prestación de servicios con el mismo fin como mecanismo público de apoyo principal. Quienes defienden las transferencias de efectivo sostienen que son un medio más eficaz para que el estado subsidie el cuidado infantil, porque le dan a las familias de bajos ingresos la libertad de elegir entre la mater/paternidad a tiempo completo (cuidados familiares en el hogar), el cuidado pago en el hogar o el uso de las instituciones públicas de cuidado  (Nyberg, 2010). Quienes las critican apuntan a la promoción de los roles de género tradicionales, la marginación de las mujeres en el mercado laboral y su vulnerabilidad en el largo plazo. Por ejemplo Silvera (2010), señala que la creciente generosidad en las transferencias de efectivo para cuidado infantil en Francia en la primera década del siglo XXI resultó en que sobre todo las mujeres migrantes se retiraran de la fuerza laboral. Esto también conduce a que las/os niñas/os de familias de bajos ingresos queden segregadas/os en sus hogares mientras que las/os de familias de mayores ingresos se benefician de la enseñanza preescolar. A las transferencias de efectivo se las critica por profundizar las desigualdades de clase socioeconómica entre mujeres y niñas/os  en lugar de aportarles una mayor libertad de elección a los hogares de bajos ingresos.

(Vuelve al principio de la página)

Países Bajos

El trabajo a tiempo parcial es la columna fundamental del equilibrio entre la vida laboral y familiar en los Países Bajos, que les permite a las familias cumplir con sus responsabilidades familiares sin salir del mercado laboral. Este modelo es diferente del sueco o del francés, que dependen en gran medida de la prestación amplia de servicios públicos de cuidado infantil. Pero el modelo neerlandés se apoya sobre todo en el trabajo a tiempo parcial de las mujeres; el resultado es que este país tiene una de las tasas de empleo femenino más altas de Europa (71 por ciento) junto con la tasa más elevada de trabajo a tiempo parcial (49 por ciento del total de empleos y 77 por ciento del empleo femenino contra tasas promedio de la UE-27 de 19 y 32 por ciento respectivamente) (Eurostat, 2011). Para Plantenga (2010)  el trabajo con dedicación parcial surge a comienzos de los años ochenta, cuando fue promovido a través de reformas legales y políticas como solución a las tasas de desempleo que iban en aumento. Si bien el trabajo con dedicación parcial ayudó a cerrar la brecha de género en el empleo, también contribuyó a algunos de los peores indicadores de género en el mercado laboral neerlandés, como la brecha salarial de género, la segregación ocupacional y vertical.

Por eso los esfuerzos políticos recientes giraron en torno a cómo sostener la estrategia de tiempo parcial sin que generara desigualdades de género. Plantenga (2010) sostiene que la visión expresada por las políticas públicas neerlandesas pasó de apoyar un modelo familiar con una renta y media (en el que los hombres trabajaban a tiempo completo y las mujeres a tiempo parcial) a lo que ella llama un modelo ‘¾ × 2’, con un enfoque del ciclo vital en el que tanto hombres como mujeres reducen sus horas de trabajo durante los períodos de crianza. Esto se promovió en los años noventa sobre todo de dos maneras. Primero, por una serie de reformas legales por las que el trabajo a tiempo parcial quedó sujeto a regulaciones laborales y de seguridad social similares al de tiempo completo, eliminando toda discriminación en cuanto a derechos. Luego se reformó la política de licencias parentales, haciéndola más flexible y atractiva para ambos géneros. Tanto hombres como mujeres tienen derecho a hasta 26 semanas de licencia parental5, que pueden utilizar a tiempo parcial y repartidas durante los primeros ocho años posteriores al nacimiento (Plantenga, 2010). El perfil que surge de esto es que los padres se toman, en promedio, un día para el cuidado infantil mientras que las madres se toman dos, y los restantes días de la semana recurren a otras alternativas como el cuidado pago o el apoyo familiar.

(Vuelve al principio de la página)

España

En España, el equilibrio entre la vida laboral y familiar en las políticas públicas es un fenómeno relativamente reciente. El modelo patriarcal de familia con renta única dominante durante la dictadura de Franco fue cuestionado con la transición a la democracia y la membresía en la UE en la década de los ochentas. Beneria and Martinez-Iglesias (2010) muestran que hubo diversas fuerzas impulsando este cambio. La más importante fue que la membresía en la UE promovió un fuerte crecimiento económico en España, que a su vez atrajo a las mujeres al mercado laboral. Su tasa de participación alcanzó un incremento impresionante pasando del 30 por ciento a fines de los años ochenta a más del 50 por ciento en 2010. La declinación de las tasas de fertilidad (1,39 en España contra un promedio de le UE de 1,59) y el desafío demográfico, así como la obligación de adoptar las disposiciones acumuladas de la UE sobre igualdad de género, dieron un impulso adicional para que España abordara la conciliación entre trabajo y familia en sus políticas. Por último, el surgimiento de un fuerte movimiento de mujeres en la era post-Franco desempeñó un rol importante en la promoción de la igualdad de género en la agenda pública, poniendo un acento particular en la conciliación entre el trabajo y la vida familiar.

Un importante paso adelante ha sido la adopción en 1999 de la Ley para promover la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, que combinó todos los derechos existentes sobre el equilibrio entre la vida laboral y la familiar, ampliándolos a través de un enfoque integrado. Así, se expandieron los derechos a licencias por cuidado – incluyendo licencias por paternidad y parentales (que incluyeron una porción no transferible para alentar tasas más elevadas de uso por parte de los hombres) y licencias para cuidar a otras/os familiares dependientes cuando se enfermen; se introdujeron regulaciones para flexibilizar los jornadas laborales, permitiendo así acomodar mejor las obligaciones de cuidado; y reducciones en las primas de seguridad social para empleadoras/es que faciliten estas diversas formas de licencias por cuidado a su personal. Beneria and Martinez-Iglesias (2010) señalan que la Ley para la conciliación entre la vida laboral y familiar ayudó a abrir un debate público sobre diferentes dimensiones del tema como la prestación pública de cuidados infantiles, que en España está limitada a niñas/os menores de tres años. También observan que la mejor integración de las mujeres al mercado laboral puso en marcha una transformación de actitudes culturales: encuestas nacionales muestran que en los años ochenta, un 40 por ciento se oponía a que las mujeres casadas participaran del mercado laboral pero en la primera década del siglo XXI solo un 17 por ciento estaba de acuerdo con la afirmación ‘la responsabilidad primaria de la mujer es el trabajo doméstico’.

Pero estos desarrollos positivos chocaron con la crisis económica de la zona del euro. Beneria and Martinez-Iglesias (2012) reportan que España, con uno de los incrementos más elevados de la tasa de desempleo de toda Europa, se enfrenta ahora a una creciente divergencia entre los derechos a la conciliación previstos en la legislación nacional y su falta de implementación. En los lugares de trabajo, las/os trabajadoras/es restringen sus demandas de derechos a licencias por cuidado y horarios flexibles por el miedo a perder sus empleos. Además, se han producido diversos recortes en los incentivos financieros para la prestación de licencias vinculadas al cuidado y también de servicios públicos.

(Vuelve al principio de la página)

Economías emergentes del Sur Global: el equilibrio entre vida laboral y familiar como nuevo desafío

En el Sur Global, el equilibrio entre la vida laboral y familiar en las políticas públicas surgió en un contexto de crecimiento notablemente distinto del que referimos para el Norte Global. Después de la crisis del petróleo en los años setenta, la absorción de las mujeres por parte del mercado laboral se dio a través de una estrategia de crecimiento empujada por la demanda exportadora, en un ambiente político neoliberal.  Esta estrategia de crecimiento basada en la competitividad de costos en los mercados globales gracias a las industrias intensivas en mano de obra y de baja productividad, creó una paradoja desde el punto de vista del género. El incremento de la demanda laboral de trabajo femenino de bajo costo en las industrias para la exportación fue el principal mecanismo que impulsó la feminización de la fuerza laboral y erosionó a la familia patriarcal con un solo proveedor masculino. Pero el hecho de que los costos competitivos – en medio de la creciente presión de la competencia global (para no mencionar el contexto de crecimiento inestable interrumpido por crisis periódicas) – fueran decisivos para la experiencia de crecimiento de los mercados del Sur Global creó un contexto hostil para el equilibrio entre la vida laboral y familiar. La competencia global basada en los costos exigió jornadas laborales prolongadas, informalidad y flexibilidad de los mercados laborales, mientras el marco de referencia político neoliberal imponía recortes al gasto público. Todo esto ha tenido consecuencias diversas para el Sur Global.

(Vuelve al principio de la página)

Corea del Sur

Corea del Sur tuvo uno de los mejores desempeños en el crecimiento de la demanda orientada hacia la exportación. En lugar de dejar todo en manos del mecanismo de asignación supuesta (y dudosamente) eficiente del libre mercado, el estado asumió un rol activo en el desarrollo y condujo su desempeño exportador mediante una política económica eficiente y estratégica. Esto resultó no solo en una generación sólida de empleos sino también en un incremento elevado de la productividad, lo más similar posible al crecimiento de la oferta en el Norte Global. El mercado laboral absorbió a grandes cantidades de mujeres con una mejora de los salarios reales. Pero el desempeño exportador exitoso tuvo lugar en simultáneo con la estrategia neoliberal de flexibilización del mercado laboral y el resultado fue una jornada laboral prolongada (junto con Turquía y México, las de mayor duración entre países de la OCDE) y un acceso limitado a derechos laborales como políticas de licencias parentales y servicios de cuidado limitados.6 Peng (2010) señala que un factor específicamente local fue la resistencia cultural a utilizar trabajo migrante en el servicio doméstico, que en muchos países constituye un mecanismo privatizado para el equilibrio entre la vida laboral y familiar para los grupos de ingresos altos. Con el tiempo, los altos niveles de participación de las mujeres en el mercado laboral combinados con un ambiente desfavorable para el equilibrio entre la vida laboral y la familiar tuvieron como consecuencia la tasa de fertilidad más baja de la OCDE (que se redujo de 4,5 en la década de los años setentas a 1,08 a comienzos del siglo XXI).

Peng (2010) enmarca el surgimiento del debate sobre el equilibrio entre la vida laboral y familiar en las políticas públicas en Corea del Sur en el contexto de la crisis demográfica, combinada con la crisis económica que golpeó al Asia en 1997. Los dos gobiernos que se sucedieron en Corea del Sur en el período posterior a la crisis de 1997 promovieron subsidios a los servicios sociales para cuidado de niñas/os y ancianas/os como una estrategia ventajosa para todas las partes.  El gobierno de Corea del Sur presentó esto como estrategia de inversión social con la expectativa de que generara empleos y aliviara el problema del desempleo desencadenado por la crisis económica, mejorando al mismo tiempo las tasas de fertilidad y satisfaciendo las demandas de igualdad de género del movimiento de mujeres que se estaba tornando cada vez más fuerte. A diferencia de Francia y Suecia, la estrategia de Corea del Sur para mejorar los servicios de cuidado de niñas/os y ancianas/os no consistió en la prestación de servicios públicos sino en subsidios del estado para las familias, incrementando así la demanda de servicios ofrecidos por el sector privado (Peng, 2010).

(Vuelve al principio de la página)

México y Turquía

México y Turquía registran un desempeño relativamente menos exitoso en el crecimiento orientado hacia la exportación. En México, la absorción de mano de obra femenina de bajo costo en las industrias para la exportación bajo las condiciones impuestas por el TLCAN fue importante para incrementar las tasas de participación femenina en la fuerza laboral (del 18 por ciento en 1970 al 43 por ciento en 2011). Pero se dio a expensas de los bajos salarios, jornadas laborales prolongadas (por ley, la semana laboral es de 48 horas), empleo informal y malas condiciones laborales en las maquilas. Matarazzo y López-Ortega (2010) señalan que la transformación de hogares con renta única en hogares con renta dual en México se dio, en parte, como producto de la falta de capacidad de los hombres en los hogares de ingresos bajos para satisfacer las necesidades de la familia. Esto tuvo consecuencias en términos de una mayor carga de trabajo para las mujeres (en promedio, sus jornadas de trabajo son un 20 por ciento más largas que las de los hombres) causando un déficit de cuidado en los hogares de ingresos bajos.

Matarazzo y López-Ortega (2010) ubican la aparición del equilibrio entre la vida laboral y la familiar como tema en las políticas públicas en este contexto y dirigido sobre todo a las mujeres y niñas/os de hogares de ingresos bajos. Desde 2007 y a través de una serie de programas, el gobierno mexicano comenzó a promover el desarrollo de servicios de cuidado infantil como estrategia para el alivio de la pobreza mediante la integración de las mujeres en el mercado laboral en mejores condiciones y también para promover la igualdad de oportunidades para las/os niñas/os de condición socioeconómica más baja a través del acceso a la educación preescolar en igualdad de condiciones, una mejor nutrición y servicios de salud en un contexto institucional. Matarazzo y López-Ortega (2010) señalan que los procesos internacionales de los que México es signatario, como la CEDAW de la ONU, aportaron un ímpetu adicional para que el equilibrio entre la vida laboral y familiar ocupara un lugar en la agenda pública.

En Turquía, la estrategia de crecimiento orientado a la exportación tuvo menos éxito en cuanto a crear una demanda laboral suficientemente fuerte como para atraer a las mujeres al mercado laboral. Ilkkaracan (2012) atribuye esto a una variedad de razones como la falta de políticas de estado estratégicas como sucedió en Corea del Sur, la competencia emergente de China en las industrias intensivas de mano de obra y la liberación de una oferta sustantiva de trabajo rural mediante la disolución de la agricultura familiar en pequeña escala bajo la liberalización del mercado. En la medida en que las mujeres de condición socioeconómica más baja se vieron atraídas por el mercado laboral, esto se dio una vez más en condiciones de jornadas laborales prolongadas y empleo informal, sin acceso a licencias por cuidado. El resultado ha sido la persistencia del modelo familiar con proveedor masculino, a diferencia de Corea del Sur, y en mucha mayor medida que en México. La tasa de empleo femenino del 26 por ciento es una de las más bajas del mundo. Este promedio oculta enormes disparidades entre las mujeres, ya que la tasa de empleo para las graduadas universitarias es de un 70 por ciento mientras que para las que tienen un nivel educativo inferior a la escuela secundaria completa (las tres cuartes partes de la población femenina) es solo del 25 por ciento.

El hecho de que la amplia mayoría de las mujeres no hayan modificado su condición de amas de casa a tiempo completo impidió una demanda masiva de servicios públicos de cuidado infantil. El perfil dominante de actividad femenina en el mercado laboral en Turquía muestra que las mujeres comienzan a trabajar a edad temprana, antes de casarse y procrear, y luego dejan de hacerlo por la falta de mecanismos de conciliación entre el trabajo y la vida familiar. Por eso Ilkkaracan (2012) señala el círculo vicioso por el que los bajos niveles de actividad económica femenina impiden que haya demanda de políticas para equilibrar el trabajo y la familia. Este ambiente que inhabilita el equilibrio entre la vida laboral y familiar a su vez hace que el matrimonio y la maternidad funcionen como restricciones institucionales para la oferta laboral de mujeres casadas. Este círculo vicioso se acentúa por el conservadurismo creciente del discurso político, que pone énfasis en los roles de las mujeres como madres y esposas, promoviendo transferencias en efectivo para las amas de casa (que forman la mayoría del electorado femenino) 7.

El equilibrio entre la vida laboral y familiar surgió como tema en las políticas públicas solo a comienzos del siglo XXI como resultado de dos fuerzas. La primera fueron los procesos internacionales obligatorios del que Turquía forma parte, sobre todo su condición de país candidato a ingresar en la UE y el inicio del proceso de accesión en la primera década del siglo XXI, pero también el proceso de presentar informes sobre la CEDAW ante la ONU, tal como ocurrió en México. En segundo lugar, la incidencia y el cabildeo realizado por el movimiento de mujeres que surgió como una fuerza poderosa en la política turca a partir de los años ochenta. Las ONG de mujeres hicieron un uso estratégico de los procesos internacionales que impusieron a Turquía obligaciones frente a la UE y la CEDAW para defender medidas que pudieran equilibrar mejor el trabajo y la vida familiar, como estrategia para mejorar las tasas reducidas de actividad femenina en el mercado laboral del país. Esta combinación ayudó a impulsar la agenda política en alguna medida, desatando un debate sobre todo acerca de la necesidad de expandir la educación preescolar para las/os niñas/os hasta los cinco años.

(Vuelve al principio de la página)

Conclusión

El ambiente ideal para el equilibrio entre la vida laboral y familiar es el que implica un enfoque integrado sobre las leyes que regulan las licencias por cuidado y la prestación de servicios de cuidado para niñas/os y otras personas dependientes que sean ampliamente accesibles y de calidad. Mientras que el progreso en la prestación de servicios parece haber cumplido una trayectoria más exitosa, alentar las licencias por cuidado para los hombres y avanzar hacia una distribución más igualitaria del trabajo no remunerado continúan siendo desafíos. La experiencia sueca muestra que las licencias parentales no transferibles y pagas constituyen una estrategia eficaz para alcanzar un progreso sustantivo hacia una distribución más igualitaria del trabajo remunerado en cuanto al género. Pero aun en este, que es el mejor de los casos, todavía se puede progresar mucho.

Más allá de las licencias por cuidado y los servicios, la jornada laboral semanal es una dimensión importante para mejorar el ambiente que permita la conciliación. La diferencia entre la norma francesa que fija una semana laboral de 35 horas por semana y la de 48 horas vigente en el Sur Global (México, Corea del Sur, Turquía) es enorme y tal vez sea una de las principales causas de divergencia entre ambientes para la conciliación. El caso neerlandés muestra el peligro que encierra promover sólo el trabajo con dedicación parcial para las mujeres como principal estrategia para lograr este equilibrio. Pero el modelo de hogares con renta dual y dedicación parcial en un enfoque que tiene en cuenta el ciclo vital constituye una opción digna de ser tenida en cuenta. Este modelo neerlandés de ¾ × 2 salarios a lo largo del ciclo vital, junto con el modelo sueco de familia con renta y carreras duales aportan una perspectiva a futuro para las políticas públicas.

Teniendo en cuenta los recursos públicos restringidos, la pregunta para el Sur Global y también para el Norte, dada la crisis económica global, es cómo hacer avanzar esta agenda. El análisis que acabamos de presentar pone énfasis en que la absorción de las mujeres por el mercado laboral mediante la generación de empleos proporciona una dinámica natural que coloca el equilibrio entre la vida laboral y familiar en la agenda pública. Por eso la creación de trabajo decente como objetivo central de la política macroeconómica y como obligación del estado cobra una importancia decisiva. Más allá de esto, las mejoras en el marco de referencia para la incidencia política pueden provenir de una variedad de fuentes. Como lo muestra la experiencia mexicana, el alivio de la pobreza y (como en España, México, Corea del Sur y Turquía), las obligaciones internacionales impuestas por procesos intergubernamentales así como los movimientos de mujeres son también fundamentales para hacer avanzar esta agenda.

El ejemplo de Corea del Sur tal vez sea el más ilustrativo en cuanto a enmarcar el equilibrio entre la vida laboral y familiar como estrategia de inversión social para aliviar una multitud de problemas sociales y económicos: una estrategia contra la crisis demográfica, una forma de generar empleos en la crisis económica y también igualdad de oportunidades para la integración de las mujeres en el mercado laboral. De ahí que, en forma similar a la economía verde,  la ‘economía púrpura’ como solución a la crisis económica y demográfica puede introducir una visión nueva en las políticas públicas. La economía púrpura basada en una estrategia de inversión en los sectores del cuidado contribuirá, de manera simultánea, a superar las crisis y a la sostenibilidad de la reproducción en forma igualitaria. Así como la economía verde llama a reordenar las prioridades y ubicar el cuidado de la naturaleza en un lugar protagónico, la economía púrpura pide un reordenamiento por el que el cuidado y la igualdad tengan la misma importancia como requisitos para un sistema económico sostenible.

(Vuelve al principio de la página)

Notas

1 Ver un análisis de la relación entre el déficit de cuidado (o ‘déficit de tiempo’ para usar su misma terminología) y la pobreza en  Zacharias, Antonopoulos and Masterson (2012).

2 Este programa de investigación fue dirigido por Women for Women’s Human Rights – New Ways (Mujeres por los derechos humanos de las mujeres – Nuevos caminos), una ONG feminista con sede en Turquía, en conjunto con la Universidad Técnica de Estambul de 2008 a 2010. El análisis que se presenta en este documento se basa en los estudios de caso elaborados para este programa de investigación en base a un marco de referencia común y publicados en Ilkkaracan (2010), Suecia: Nyberg (2010), Francia: Silvera (2010), Países Bajos: Plantenga (2010), España: Beneria and Martinez-Iglesias (2010), Corea del Sur: Peng (2010), México: Matarazzo and Lopez-Ortega (2010), Turquía: Ilkkaracan (2010).

3 Silvera (2010) ubica el comienzo de las políticas de conciliación entre el trabajo y la vida familiar hacia fines del siglo XIX cuando se crearon los primeros centros públicos de cuidado infantil en Francia en 1881.

4 El límite de 35 horas se aplica a lugares de trabajo con 20 o más empleadas/os; las firmas más pequeñas siguen la regla de 39 horas (Silvera, 2010).

5 Esto es adicional a la licencia por maternidad (16 semanas) y por paternidad (2 días).

6 El cuidado de niñas/os menores de tres años es limitado, pero las tasas de escolarización para el grupo de 3 a 5 años rondan el 100 por ciento.

7 Recientemente, en 2012, este discurso conservador alcanzó un punto máximo cuando el Primer Ministro de Turquía llamó a las mujeres a procrear como mínimo tres niñas/os cada una y a prohibir el aborto. El Ministerio de Familia y Políticas Sociales justificó esto como una necesidad para que Turquía pudiera evitar la crisis demográfica a la que se enfrentan otros países. La estrategia turca para evitar la crisis demográfica (hacer un llamado moral a las mujeres para que tengan más hijas/os y restringir el acceso al aborto) constituye un agudo contraste con la empleada por Corea del Sur, por la que el estado invierte en el cuidado de niñas/os y ancianas/os. Resulta obvio que las diferencias en las tasas de empleo femenino (la mitad de las mujeres adultas en Corea del Sur versus apenas una cuarta parte de las mujeres en Turquía) generan diferencias también en las estrategias de los países.

Referencias

1. Beneria, Lourdes (2007) ‘The Crisis of Care, Globalization of Reproduction, and ‘Reconciliation’ Policies’, 8th International GEM-IWG Conference Engendering Macroeconomics and International Economics, University of Utah.

2. Beneria, Lourdes and Maria Martinez-Iglesias (2010) ‘The New Gender Order and Reconciliation Policies: The example of Spain’, en Ipek Ilkkaracan (ed.) Towards Gender Equality in the Labor Market: Work–family life reconciliation policies (en turco) Istanbul: WWHR and ITU WSC-SET.

3. Beneria, Lourdes and Maria Martinez-Iglesias (2012) ‘Reconciliation Policies: The case of Spain from democratic transition to economic crisis’, Trabajo presentado en el Foro AWID, Estambul, abril .

4. European Commission (EC) (2006) ‘A Roadmap for Equality between Women and Men 2006–2010’, COM 92 .

5. European Commission (EC) (2008) ‘Manual for Gender Mainstreaming: Employment, Social Inclusion and Social Protection Policies’, Luxemburg: Office for Publications of the European Communities.

6. Eurostat (2011) ‘Estadísticas de empleo de la Comisión Europea’, consultado el 13 de abril de 2013. En castellano:

7. Ilkkaracan, Ipek (2010) ‘Gender Inequalities in the Labor Market in Turkey in the Absence of Work–family Reconciliation Measures’, en Ipek Ilkkaracan (ed.) Towards Gender Equality in the Labor Market: Work–family life reconciliation policies (en turco) Istanbul: WWHR and ITU WSC-SET.

8. Ilkkaracan, Ipek (2012) ‘Why So Few Women in the Labor Market in Turkey?’ Feminist Economics 18(1): 1–37.

9. Matarazzo, Maria Cecilia and Mariana Lopez-Ortega (2010) ‘Reconciling Work and Family Life in Mexico as a Strategy against Poverty’, en Ipek Ilkkaracan (ed.) Towards Gender Equality in the Labor Market: Work–family life reconciliation policies (en turco) Istanbul: WWHR and ITU WSC-SET.

10. Nyberg, Anita (2010) ‘Public Childcare and Familiar Leave in Sweden: From women’s rights to children’s rights, from a woman’s problem to a men’s problem’, en Ipek Ilkkaracan (ed.) Towards Gender Equality in the Labor Market: Work–family life reconciliation policies (en turco) Istanbul: WWHR and ITU WSC-SET.

11. OECD (2002) ‘Babies and Bosses: Reconciling work and family life‘, Vol. 1, Australia, Denmark and the Netherlands, Paris: OECD.

12. Peng, Ito (2010) ‘Reconciliation Policies as a Means for Growth and Employment beyond Gender Equality: The example of Korea’, en Ipek Ilkkaracan (ed.) Towards Gender Equality in the Labor Market: Work–family life reconciliation policies (en turco) Istanbul: WWHR and ITU WSC-SET.

13. Plantenga, Janneke (2010) ‘Part-Time Employment as a Reconciliation Strategy in the Netherlands: Costs, benefits and future perspectives’, en Ipek Ilkkaracan (ed.) Towards Gender Equality in the Labor Market: Work–family life reconciliation policies (en turco) Istanbul: WWHR and ITU WSC-SET.

14. Razavi, Shahra (2011) ‘Rethinking Care in a Development Context: An introduction’, Development and Change 42(4): 873–903.

15. Silvera, Rachel (2010) ‘Familiarism as a New Approach to Gender Equality in France’, en Ipek Ilkkaracan (ed.) Towards Gender Equality in the Labor Market: Work–family life reconciliation policies (en turco) Istanbul: WWHR and ITU WSC-SET.

16. Zacharias, Ajit, Rania Antonopoulos and Thomas Masterson (2012) ‘Why Time Deficits Matter: Implications for poverty measurement and poverty reduction strategies’, Working Paper, Annandale-on-Hudson, NY: Levy Economics Institute of Bard College.

 

Comentarios

Los comentarios están cerrados.