Terapia de choque económico en la Eurozona: El caso griego

Lois Woestman, en este artículo escrito en mayo de 2012, analiza cómo en los últimos dos años Grecia ha estado sometida a una terapia de choque económico que no difiere de la que se aplicó en muchos países del Sur Global y el mundo árabe. Ella considera que en el caso griego, las instituciones de la CE han sido inclusive más austeras que el FMI. Los impactos son similares a los observados en otros países que se ajustan: ampliación de las brechas de clase, género y entre ciudadanas/os y quienes no lo son; incremento de la pobreza y de la desesperanza, y también protestas. En Grecia, la gente ha recurrido a antiguas estrategias de supervivencia pero también a nuevas actividades económicas ‘alternativas’ vinculadas a nuevas nociones de ciudadanía. Para la autora, Grecia – Europa – se enfrenta a la opción entre continuar prestando atención solo a la austeridad, y provocar así el derrumbe del euro y de Europa, o retornar a un crecimiento distribuido de manera más igualitaria y a la solidaridad social.
- Terapia de choque económico
- Condiciones
- Desempleo
- Pobreza de ingresos y de tiempo
- Valores tradicionales
- Hambre, falta de vivienda, desesperación
- Xenofobia
- Economía en caída libre
- Soberanía política, democracia
- ‘Ganancias’
- Resistencia política
- Democracia directa
- Reparto de culpas en el plano nacional
- Resistencia económica y solidaridad – y ‘acaparamiento’
- Neurosis de guerra
- Hay mucho en juego para Europa
- Reparto de culpas en Europa
- ¿Hay esperanzas?
- La Europa del 99 por ciento
- Otra canción
- Empoderando a la economía
- Notas
- Referencias
En estos últimos dos años, Grecia ha atravesado una combinación de lo que Naomi Klen llama la doctrina del shock ((Klein and Wiltsie, 2007)) y David Harvey llama acumulación por desposesión ((Harvey, 2005)).
Klein sostiene que los choques (p.ej. ambientales, de seguridad) son momentos en los que la población se torna vulnerable a cambios hasta entonces inimaginables, entre los cuales se cuenta la introducción de programas de ajuste estructural. En su trabajo, Klein analizó el ajuste en áreas de lo que puede considerarse el Sur Global y el mundo árabe. El caso griego es novedoso porque constituye una de las primeras veces en que la terapia de choque económico del Fondo Monetario Internacional (FMI) se aplica en la Eurozona.
Grecia sufrió el primer choque en la primavera de 2010. Poco después de haber sido electo, el Primer Ministro socialista George Papandreou anunció que Grecia no sólo tenía la deuda pública más elevada de la Eurozona sino que el total de la misma sobrepasaba en mucho las estadísticas oficiales previas. La respuesta de los especuladores fue intentar debilitar el euro e incrementar el precio de la deuda pública griega apostando a que Grecia iría a la quiebra – y empujándola precisamente en esa dirección. Las respuestas vacilantes del gobierno griego y sus pares europeos empeoraron todavía más la situación.
Para evitar la quiebra, Grecia aceptó dos programas de ajuste estructural propuestos en conjunto por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI, a quienes se denomina ‘la troika’.
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La troika condicionó la entrega de este dinero a muchas de las condiciones típicamente asociadas a los programas de ajuste estructural del FMI: recortes considerables en el gasto del sector público (servicios, empleos, pensiones) y privatizaciones en gran escala. Los impuestos (entre ellos el IVA y el impuesto a las ganancias) se incrementaron, arrastrando consigo a los precios de bienes y servicios, lo que tuvo un impacto desproporcionado sobre las/os residentes del país con ingresos bajos y medios, a quienes resulta mucho más fácil gravar. Como integrante de la Eurozona, Grecia no ha podido devaluar su moneda para bajar los precios de los productos. Lo que hizo fue recortar salarios para hacer descender los precios con el propósito de tornar a Grecia más competitiva y que, algún día, pudiera alcanzar al menos un mínimo crecimiento económico.
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Los impactos han sido el incremento del desempleo, la ampliación de las brechas laborales de género y generacionales. En mayo de 2012, casi una persona cada cuatro está desempleada en Grecia. Cuando la crisis económica de 2008 comenzó a llegarle a Grecia desde el Atlántico, más hombres que mujeres perdieron sus empleos (Woestman, 2010). Desde que se iniciaron los recortes en el sector público, han sido más las mujeres que han quedado desempleadas. En otras palabras: el ajuste revirtió la tendencia creciente a la participación de las mujeres en el mercado laboral griego – que aun yendo en aumento era baja para los estándares europeos.
El desempleo juvenil superó el 50 por ciento y buena parte de la juventud que trabaja lo hace a tiempo parcial. Cuando consiguen empleos, los salarios que se ofrecen a las/os jóvenes rondan los 500. Bromeando, se hacen llamar la generación ‘501’, en referencia no sólo al dinero que les pagan sino también a las generaciones de sus padres, madres y abuelas/os para las que los jeans 501 eran una importación de lujo que pocas/os podían costear.
Hay más mujeres jóvenes que hombres jóvenes sin empleo. Algunas de ellas perciben que el sueño de una carrera profesional ya está fuera de su alcance y dicen que ‘eligen’ ser nikokires, ‘amas de casa’. Ellas consideran que, por lo menos, ese es un rol significativo porque ser la única que cuida de la familia y hace todo el trabajo no rentado de cuidado y del hogar continúa siendo algo muy valorado en la sociedad griega que es tradicional.
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Pobreza de ingresos y de tiempo
Para las/os que tienen la suerte de conservar todavía sus empleos, los salarios han descendido a un promedio de 40-50 por ciento. Los salarios mínimos en el sector privado se redujeron a unos 700 por mes, y los del sector público han caído hasta alcanzar un estándar similar. También se han vuelto muy habituales las demoras en el cobro de los salarios. Todo aporta a que cada vez resulte más difícil para la familia griega mantener su ingreso promedio, mientras que los precios ya están altos y siguen subiendo. Antes de las subas de impuestos vinculadas al ajuste, el costo de vida en Atenas ya era más elevado que el de Ámsterdam o Berlín. El precio del combustible en Grecia es uno de los más altos del continente.
Debido a la brecha en continua extensión que existe entre los ingresos y el costo de vida, un tercio de la población griega vive ahora en la pobreza y hay muchas/os otras/os a punto de caer en ella. Como lo explicó una empleada de hospital, ‘Ya no hablamos más de las cremas para la cara que nos vamos a comprar. Ahora hablamos de si tenemos o no dinero para darle de comer crema al bebé’.
‘La pobreza de tiempo’ (Antopoulos, 2010) también va en aumento. Antes de la crisis, la jornada laboral griega ya era más larga que la de la mayoría de los otros países europeos.1 Ahora, como los salarios son tan bajos, las/os que pueden hacerlo tienen más empleos y les dedican más horas que nunca. Esto se da particularmente entre los hombres, que intentan cumplir con la expectativa tradicional ligada a su rol de proveedores. El trabajo no rentado también se está difundiendo más, para compensar los cortes en servicios del estado y para evitar el gasto de pagarle a alguien que ayude con las tareas del hogar. Como los hombres todavía no parecen estar dispuestos a colaborar con la carga doméstica, son las mujeres las que están realizando más tareas no rentadas, muchas veces en simultáneo con un empleo de tiempo completo que hacen todo lo posible por conservar.
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Existen otros factores que hacen que a las mujeres (jóvenes) les resulte atractivo ser ‘solo amas de casa’. A medida que se reduce la cantidad de puestos de trabajo hay quienes – hombres de edad madura, sobre todo – comienzan a acusar a las mujeres de quitarle empleos a los hombres y de descuidar el rol de nikorira que les corresponde. Como me dijo un policía retirado: ‘Los problemas comenzaron cuando las mujeres salieron de sus casas para trabajar. Primero, porque les quitaron los puestos a los hombres. Y segundo, porque las familias tuvieron que gastar dinero para cubrir el trabajo que ellas no podían hacer en las casas, en los hospitales, etc. porque ahora estaban afuera haciendo otras cosas. Si volvieran al hogar, que es el lugar que les corresponde, se solucionaría el problema’. Pero algunos hombres jóvenes me dijeron: ‘No hay trabajo para nadie que sea joven, ¿cómo podríamos pensar que ellas nos los están quitando?’
Hambre, falta de vivienda, desesperación
El hambre y la falta de vivienda, realidades poco frecuentes para las dos generaciones pasadas en Grecia, van en aumento. El sistema de salud pública griego está en declive. Las huelgas hacen más difícil la vida cotidiana. Grecia también sufre una fuga de cerebros ya que muchas/os, jóvenes y mayores, buscan oportunidades en el exterior. Como lo mostró el suicidio muy público de un jubilado frente al Parlamento griego, la depresión y el suicidio – que hasta hace poco también eran fenómenos infrecuentes en esta tierra de sol radiante y gente con la vitalidad de ‘Zorba el griego’ – también van en aumento.
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La xenofobia también se está incrementando. Se culpa a las/os extranjeras/os por los empleos que desaparecen, por el aumento de los delitos y por la disolución de la tradición e identidad griegas. Los integrantes de Amanecer Dorado, un partido de derecha que imita los rituales nazis, construyeron su base política creando brigadas de civiles que ‘vigilan’ los barrios más pobres de Atenas, que están llenos de inmigrantes. Para muchas/os griegas/os que viven en esos barrios, la tarea que cumple Amanecer Dorado subraya el fracaso del gobierno y de la policía de la ciudad que no han abordado la inmigración ilegal y los desafíos sociales que ella presenta. El lema del partido es ‘Para limpiar nuestra tierra de basura’. Ha habido golpizas contra extranjeros acusados de robo y de conductas que constituyen una amenaza, mientras que los crímenes de odio van en aumento.2
Hace algunos meses, el ministro de economía griego reconoció que no había nada para ganar en todo este dolor y que el programa de ajuste no estaba funcionando. Se admitió que el sistema económico de Grecia estaba en ‘caída libre’. La economía lleva cinco años contrayéndose – un récord equiparado por ningún otro país europeo en tiempos de paz. Pese al incremento de los impuestos y a los recortes presupuestarios, la caída en la recaudación fiscal del estado (que se debe tanto a la reducción en los impuestos por los ingresos perdidos como a los impuestos sin cobrar) hizo que el déficit presupuestario continuara creciendo. La carga que implica la deuda es ahora mayor, porque Grecia sigue tomando créditos a tasas de interés que son más altas que las recomendadas por el FMI pero que son las que exigen la CE y el BCE. En lugar de reducirse, la proporción entre la deuda y el PIB creció hasta alcanzar el 170 por ciento.
Pese a este claro fracaso, el ministro de economía anunció que Grecia tendrá que encarar ajustes aun más duros en los próximos años. En la primavera de 2012, el gobierno griego y la troika acordaron un segundo programa de ajuste por la suma de 170 mil millones, con sumas de dinero y medidas de ajuste adicionales repartidas entre los próximos años. Los efectos de este segundo programa recién comienzan a sentirse. Uno de los objetivos principales de este segundo programa es que la proporción deuda/PIB en Grecia vuelva al 120 por ciento, el valor que tenía antes de que comenzara el primer programa de ajuste.
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Soberanía política, democracia
Como producto del proceso de ajuste, Grecia perdió una porción considerable de su soberanía política. Hay asesoras/es extranjeras/os ocupando cargos en los ministerios vinculados con la economía, se exige a las empresas del estado que se privaticen, y el gasto público está básicamente congelado. Después del segundo programa de ajuste – por el cual Grecia debió crear una cuenta separada para los pagos de la deuda – el país prácticamente perdió el control sobre sus asuntos fiscales. El dinero del ajuste se destina sobre todo a cubrir los pagos de la deuda; lo que queda, si queda algo, es lo que puede utilizar el estado.
En los últimos meses, en el período anterior a las elecciones del 6 de mayo, Grecia tuvo un Primer Ministro ‘tecnócrata’ que nadie había elegido (el ex Vicepresidente del BCE) y un gobierno de ‘gran coalición’. Las elecciones del 6 de mayo constituyeron el primer referéndum nacional sobre el proceso de ajuste y los partidos que lo apoyaban. Los resultados causaron conmoción.
Los dos partidos de centro que habían estado en el poder desde 1974 y eran responsables de haber aceptado los programas de ajuste sufrieron una sangría de votos. Pasok, el partido gobernante desde la elección de 2009 – de centro-izquierda – perdió más del 50 por ciento del apoyo que había obtenido tres años antes. Los resultados que obtuvo Nueva Democracia, el principal partido de oposición pero también el socio conservador de Pasok en la gran coalición, fueron similares. Syriza, que hasta entonces había sido un partido marginal de izquierda, recibió el 17 por ciento de los votos y surgió como un nuevo actor que debe tomarse en serio en un panorama político que cambia rápidamente. A muchas/os griegas/os les resultó bastante alarmante el casi 7 por ciento de los votos que consiguió Nuevo Amanecer, suficientes para colocar a 21 de sus integrantes en el Parlamento. Tal vez envalentonados por el éxito relativo de su partido, integrantes de Nuevo Amanecer comenzaron a amenazar abiertamente a hombres que les parecían gays, entregándoles un papel que decía ‘tú eres el próximo’. Nuevo Amanecer todavía no ha manifestado en público su idea de que las mujeres deberían retornar al hogar y a la cocina, pero bien podría imaginarse que las mujeres que no cumplen roles tradicionales de género serán ‘las próximas’.
El ascenso de Syriza despertó en muchas/os la esperanza de que Grecia pueda permanecer dentro del euro, suspendiendo los pagos de la deuda hasta que pueda renegociarla – como proponía la plataforma de campaña de Syriza. Pero el partido no logró obtener el acuerdo de sus pares para formar gobierno. Junto con Nueva Democracia, Pasok y el Partido de la Nueva Izquierda – recién llegado al Parlamento – el Presidente tampoco consiguió formar un gobierno de coalición, lo que desencadenó el llamado a una segunda ronda de elecciones para el 17 de junio.
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A la fecha, las ‘ganancias’ del ajuste parecen consistir en que una minoría griega se ha vuelto, o continúa siendo, significativamente más rica a expensas de la mayoría (la desposesión por acumulación de la que habla Harvey); que Grecia continúa pagando sus deudas a los bancos extranjeros y a las industrias de armamentos de los mismos países que le prestan, dándole tiempo al BCE para crear una ‘barrera de protección’ para el euro en caso de que Grecia se declare en cesación de pagos.
Ante un choque, una de las reacciones puede ser la ira, como lo señaló Klein. Como informaron los medios internacionales, las/os griegas/os han estado protestando casi constantemente durante los últimos dos años. Demostraciones masivas llenaron las calles que llevan al Parlamento una y otra vez. La plaza que está frente al Parlamento estuvo ocupada durante meses. Se han llevado a cabo huelgas prolongadas; algunas todavía continúan mientras que cada tanto aparece alguna nueva. Antiguas formas de protesta política – como arrojarles yogurt a figuras políticas, una tradición de los tiempos de la junta militar – están de moda otra vez. Cada tanto, estas protestas consiguen desacelerar el ritmo de las reformas pero (todavía) no han logrado revertir la tendencia a la austeridad.
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Los partidos de izquierda no han acordado aún una agenda alternativa común. En los últimos dos años, las personas que participaron en las protestas se quejaron porque la política partidaria tradicional no las representaba. Están pidiendo una democracia más directa. El movimiento de ocupación en Grecia es una manifestación de este nuevo tiempo de democracia.
Reparto de culpas en el plano nacional
La resistencia política también se vio afectada por el hecho de que muchas/os en Grecia han internalizado una sensación de culpa y responsabilidad por la crisis que las/os llevó a apoyar en forma tácita los programas de ajuste. Muchas/os aceptaron las acusaciones de figuras políticas, según las cuales tanto la población como ellas/os ‘comieron’ (es decir, hicieron trampa) en los ‘buenos tiempos’ y ahora deben pagar por eso. Pero hay muchas/os otras/os que sostienen que si bien los ‘peces pequeños’ tal vez hayan ‘comido’ en un sistema en el que no había otra manera de conseguir que algo se hiciera, los ‘peces grandes’ que se enriquecieron están pagando muy poco, si es que pagan algo, del costo del ‘banquete’. Como se mencionara más arriba, otros grupos a los que se está responsabilizando son las/os inmigrantes, las mujeres, los hombres de apariencia gay, etc. Estas maniobras de culpabilización son útiles para dividir y dominar a la mayoría que ha sido duramente golpeada por el ajuste.
Además, muchas/os griegas/os han denostado al sector público y en particular a su personal que en muchos casos obtuvo su empleo por protección de alguna figura política o nepotismo. Dejando de lado el clientelismo, culpar al sector público por los males que padece Grecia ayudó a convencer a la población para que aceptara las medidas de austeridad y los recortes a sus derechos, debilitando así uno de los principales sectores generadores de empleo y crecimiento económico durante las décadas pasadas (Antopoulos et al., 2011).
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Resistencia económica y solidaridad – y ‘acaparamiento’
No hay muchas probabilidades de que pronto se produzca un vuelco en la economía griega. Klein piensa que en tiempos que choque, la primera reacción de la gente es ayudarse, mostrar su solidaridad. Esta ha sido una de las principales formas en que reaccionaron las/os residentes en Grecia frente a la austeridad. La gente también está encontrando sus propias soluciones en términos de actividad económica, intentando crear nuevos procesos ‘alternativos’ que la ayuden a sobrevivir. Algunos de ellos se basan en formas antiguas de solidaridad y nociones de ciudadanía; otros, en formas emergentes y más abarcadoras.
Tradicionalmente, las/os griegas/os recurrieron a lo que podría llamarse solidaridad ‘intra-clan’. Hace mucho tiempo que la gente ayuda a sus familiares cercanos, a integrantes de la familia extensa y a sus conocidas/os. Por ejemplo, es común que las/os abuelas/os cedan parte de su pensión a sus hijas/os o nietas/os. Pero como se están recortando las pensiones, este tipo de solidaridad va disminuyendo. Lo que sí va en aumento son los intercambios tradicionales y no rentados de servicios/bienes dentro de esos círculos, como las suegras cuidando a sus nietas/os, lecciones de idiomas a cambio de reparaciones en el automóvil, una gallina a cambio de atención odontológica, etc.
Estas formas de solidaridad siempre tuvieron y continúan teniendo un alcance limitado; con frecuencia, quienes están fuera del ‘clan’ son vistas/os como competencia por recursos escasos. En otras palabras – y al menos en el sentido tradicional – en Grecia la noción de un bien común que abarque a todo el país ha sido limitada. El miedo está haciendo que mucha gente restrinja la esfera de aquellas/os a quienes ayuda, y luche todavía más contra las/os que quedan fuera de esa esfera por los trozos de un pastel que también se va achicando. Este miedo es lo que agudiza el maltrato verbal y físico que muchas veces acompaña al reparto de culpas.
Al mismo tiempo están surgiendo nuevas formas de solidaridad, a través de grupos que están esforzándose por crear nuevas clases de ciudadanas/os, nuevos movimientos de la ‘sociedad civil’ cuyo ámbito se extienda más allá de estos círculos tradicionales (Placas, 2012). Muchos de ellos han creado nuevas formas de intercambio. Algunas son monedas de intercambio, como la GEM, que proporcionan una base para intercambiar bienes y servicios, sin medios para mantener su valor. Han surgido muchas otras monedas nuevas de distintas clases, y también otras formas de intercambio directo, en general de manera espontánea: ‘Vengan a la plaza para un evento de intercambio. Traigan lo que no necesitan y cámbienlo por algo que sí les haga falta’.
Con la excepción de la GEM (reconocida como ONG), estas actividades solidarias – las antiguas y las nuevas – están teniendo lugar fuera de la economía formal con sus impuestos elevados, lo que hace que la ‘economía en negro’ crezca en lugar de reducirse. Muchas personas que participan en ellas las ven como una forma de resistencia frente a un estado que extrae más de lo que aporta. Si conservan su impulso, estos intercambios podrían hacer que bajaran los precios en todo el espectro del mercado porque eliminan toda intermediación. Hay muchos movimientos de esta clase pero – al menos por ahora – todavía no están bien coordinados entre sí. Y por eso, por el momento, son más paliativos que alternativas coherentes.
Al igual que los partidos políticos tradicionales, ninguno de estos movimientos es específicamente feminista. Como tienen lugar fuera de la esfera rentada y dependen del trabajo no remunerado, queda por verse si estas actividades no quedarán sobre todo en manos de las mujeres, como parte de su trabajo ‘de cuidado’; es decir, si habrá alguna diferencia entre ellas y la política partidaria tradicional en la que los temas de las mujeres han ocupado siempre un lugar marginal.
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Klein sostiene que algunas de las tácticas de la terapia de choque económico han sido tomadas de campañas militares de ‘sorpresa y conmoción’ que tienen por objeto confundir y desmoralizar a la población para que acepte la nueva situación. Esto es exactamente lo que ha venido sucediendo en Grecia. Muchas/os parecen sufrir neurosis de guerra y han perdido la voluntad de resistir. Durante los meses previos a las elecciones del 6 de mayo, era común escuchar comentarios como ‘No lo soporto más. Que hagan lo que quieran. A mí ya no me importa más’. Pero las elecciones recientes han demostrado que, aun con su neurosis de guerra, las/os griegas/os pueden recuperarse y rebelarse.
Hay mucho en juego para Europa
Modelo centro-periferia
Por supuesto que lo que está en juego aquí es mucho más que ‘apenas’ Grecia. Las crisis en Grecia (y en España e Irlanda, que también se están ‘ajustando’) son señales de que el modelo centro-periferia que era fundamental para el euro también se está quebrando.
El euro ha gozado de una cierta estabilidad – podría incluso decirse que de un equilibrio de poderes económicos – construido en torno a un ‘centro’ de economías orientadas a la exportación (p.ej. Alemania, Países Bajos, etc.) y una ‘periferia‘ orientada a la importación. Esta última utilizó buena parte de su deuda, tanto pública como privada, para importar bienes y armas de las economías centrales. En gran proporción, los acreedores de la deuda pública de las economías periféricas han sido bancos de los países centrales.
Este equilibrio duró lo mismo que el crecimiento económico; cuando golpeó la crisis, comenzó a partirse. Las economías centrales se han ido ‘ajustando’ lentamente en el transcurso de la última década, manteniendo su crecimiento económico. Con la recesión económica, los países periféricos tuvieron problemas para pagar sus deudas, de ahí los programas de ajuste. Pero, a medida que las economías periféricas reducen sus importaciones, el crecimiento de las economías centrales se hace más lento. El acento exclusivamente puesto en la austeridad sin mecanismos de crecimiento que defienden las/os que han mandado en la Eurozona durante los últimos dos años no proporciona una salida de esta espiral descendente.
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Hemos visto los conflictos que causa el desmoronamiento de este modelo del euro en las divisiones públicas – en el reparto de culpas – también a nivel de la Eurozona. La prensa alemana acusó a Grecia de ‘pereza’ y a los ‘PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España’ del sur de Europa de ‘tramposos’. La respuesta de la prensa griega fue acusar a Alemania de fascismo.
Estas no son ‘simples’ peleas. Al igual que los repartos de culpas en Grecia, dividen a la mayoría de las/os europeas/os que están pagando el precio del ajuste en la Eurozona, y permiten que se las/os domine, haciendo que a la mayoría que está siendo desposeída por la acumulación de una minoría le cueste mostrarse solidaria y resistir cooperarando con quienes están en su misma situación.
El reparto de culpas por el que se denuesta al sector público – y que se utiliza para recortar derechos, sobre todo en las economías periféricas –también está relacionado con esto. Figuras políticas del centro de la CE han descrito una y otra vez al sector/funcionariado público de las economías periféricas como ‘haragán’, incompetente, corrupto, etc. Está táctica se utilizó sobre todo para convencer a las/os europeas/os de la ‘periferia’ de que debían aceptar los cortes considerables en el sector público, considerando derechos que les había costado mucho conseguir como lujos que ya no podrían costearse. El objetivo último de recortar al sector público no es sólo equilibrar los presupuestos sino darle más espacio al libre mercado, es decir, a la minoría que se está enriqueciendo a costa de la mayoría: nuevamente, acumulación por desposesión.
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Habrá que ver qué hacen el resto de los PIIGS (y Francia) si Grecia sale de la Eurozona/Europa. Hoy en el New York Times se comentaba que ‘Existe la sensación creciente de que la salida de Grecia de la Eurozona, si bien no resulta deseable, no necesariamente desataría una catastrófica reacción en cadena. Este se debe en parte a que Europa está mucho mejor preparada de lo que estaba dos años atrás’ (Donadio and Kitsantonis, 2012). O, como dijo Wolfgang Shauble (Ministro de Finanzas de Alemania) también ayer: ‘Aprendimos mucho en estos dos últimos años (de crisis de la deuda) y hemos construido mecanismos de defensa’ (Papasimakopoulos and Mac Con Uladh, 2012). En otras palabras: ya está preparado el barrera de protección para ‘defender’ al euro de la salida de Grecia.
Pero el artículo del New York Times tambiénmencionaba que ‘… el ejemplo podría servir de estímulo para que otros países en riesgo redoblen sus esfuerzos por evitar correr la misma suerte’. Esto significa que la troika puede continuar utilizando el ejemplo de Grecia para que los otros ‘PIIGS’ se mantengan fieles a la austeridad.
La votación en Francia resultó una noticia alentadora para muchas/os en Grecia. Al disolver la sociedad ‘Merkozy’, despertó por lo menos la esperanza de un cambio importante en la Eurozona, en Europa, saliendo de la austeridad hacia un crecimiento que genere al menos un cierto equilibrio. Si no cambia sólo los discursos sino también algunas de las prácticas, en la dirección del crecimiento, la elección del señor Hollande podría ayudar a Grecia y a otros ‘PIIGS’ así como a la propia población francesa y al proyecto europeo en general.
Pero el tiempo no juega a favor de Grecia. Aun si se introdujeran medidas que alentaran el crecimiento en los otros PIIGS como sucede en Italia (que está recibiendo un trato ‘especial’ porque, a diferencia de Grecia, si saliera del euro la moneda se derrumbaría sin duda alguna), es tarde para introducirlas en los paquetes de austeridad griegos que ya están firmados y sellados. Si Grecia permanece en la Eurozona/Europa y se incluyen medidas mínimas que estimulen el crecimiento en el memorándum actual, lo más probable es que no resulten más que paliativos. Pero si Grecia se separa, tendrá la libertad de seguir su propio camino, que podría estar orientado al crecimiento, pero con una economía devastada y una población desmoralizada como bases.
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Klein afirma que una reacción buena y saludable frente al choque es enojarse, pero con inteligencia. Y que esto resulta urgente. Muchas/os en Europa se están dando cuenta de que Grecia, España e Irlanda no son sino la punta del iceberg. La terapia de choque económico es lo que les espera a la mayoría de las/os europeas/os, a menos que algo cambie. El 99 por ciento europeo tal vez decida salirse del reparto de culpas y sumarse a la solidaridad creciente que ha comenzado a emerger en los PIIGS/la Eurozona en estos últimos meses.
Klein también considera que se puede resistir ‘cambiando el relato’. Las/os europeas/os deberían considerar la posibilidad de clamar por la continuidad de lo que hace de Europa algo único: el equilibrio entre estado y mercado, la solidaridad en todas sus formas. Y, llevando este argumento a su conclusión lógica, pedir más – y no menos – Europa. Deberíamos exigir salarios mínimos, atención a la salud, educación, etc. en toda la UE. Lo que se necesita para que esto suceda es una coalición paneuropea del 99 por ciento, que incluya personas de distintas clases, generaciones, situaciones migratorias y, por supuesto, géneros.
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También necesitaremos empoderar a la economía para que se convierta en algo diferente, en algo más de lo que ya es. Las feministas ya hemos adquirido una gran experiencia en pensar y proponer ‘alternativas’ como esas. Lo que hace falta es que se nos escuche mucho más.
Para esto, las feministas de toda Europa tenemos que colaborar con un movimiento amplio del 99 por ciento – y lo mejor sería que lo lideráramos. Uno de los desafíos a que nos enfrentaremos las feministas europeas en esta tarea tiene que ver con la naturaleza diversa de los estados europeos. Los estados ‘centrales’ todavía brindan un cierto grado de protección social y algunos apoyan la igualdad de género y la solidaridad social, aunque en menor medida que antes.
Los estados periféricos se están convirtiendo en estados ‘extractivos’, que la gente ya no ve como sus aliados. Esto plantea la pregunta de cuál será la concepción de ‘estado’ para un movimiento feminista europeo unido, y qué estrategias propondrá para los cambios que considere necesarios en él.
La recién presentada versión ‘fénix’ de Network Women in Development Europe, (WIDE+, Red de Mujeres en el Desarrollo-Europa), es uno de los espacios en el continente donde se puede llevar adelante esta clase de colaboración entre feministas. En Grecia y en otros lugares, hay que hacer un trabajo de ‘reacción’. Se necesitan estudios sobre el uso del tiempo para documentar el trabajo no remunerado y el remunerado, así como la pobreza de tiempo. Los estudios sobre presupuestos de género/participativos son necesarios para trazar un mapa de cómo afectan los cambios en el presupuesto a los distintos grupos. Y, al menos en Grecia, se requiere una comisión sobre la deuda que saque a la luz no sólo para qué se usó la deuda pública sino también quién la usó y a quién se le están dando reembolsos.
El trabajo dinámico que pueda contribuir a un movimiento del 99 por ciento con conciencia de género podría incluir la difusión de conocimientos sobre economía para ayudar a crear una corriente de ciudadanas/os que tengan elementos para oponerse a la terapia de choque económico y la desposesión por acumulación – para devolverle la culpa al 1 por ciento. Hasta que surjan las ‘estadísticas duras’ – y aun después – las evaluaciones cualitativas rápidas sobre los efectos de la crisis son necesarias para estimar sus efectos inmediatos y menos cuantificables.
Las crisis son momentos en los que pueden generarse cambios tanto positivos como negativos. Aprovechemos el momento.
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1 http://stats.oecd.org/Index.aspx?DatasetCode=ANHRS.
2 http://www.hrw.org/news/2011/12/12/greece-rare-hate-crime-trial-opens.
1. Antopoulos, Rania, Dimitri Papadimitriou and Taun Toay (2011) ‘Direct Job Creation for Turbulent Times in Greece’, Observatory of Economic and Social Developments, Labour Institute, Annandale-on-Hudson, New York: Greek General Confederation of Labour and Levy Economics Institute of Bard College.
2. Antopoulos, Rania (2010) ‘Time and Poverty from a Developing Country Perspective’, Working Paper No. 600, Annandale-on-Hudson, New York: Levy Economics Institute of Bard College.
3. Donadio, Rachel and Niki Kitsantonis (2012) ‘Continuing Leadership Deadlock in Greece as Its Lenders Watch and Wait’, New York Times, 9 de mayo, http://www.nytimes.com/2012/05/10/world/europe/new-elections-appear-likely-in-greece.html.
4. Harvey, David (2005) ‘A Brief History of Neoliberalism’, University of Chicago Center for International Studies Beyond the Headlines Series. 26 de octubre.
5. Klein, Naomi and Jennifer Wiltsie (2007) The Shock Doctrine: The rise of disaster capitalism, New York: Henry Holt and Company, Inc. Versión en castellano: La doctrina del shock. El auge del capitalismo de desastre, Barcelona: Paidós (2007). El documental realizado por Michael Winterbottom y Mat Whitecross en el que Naomi Klen resume sus ideas se puede ver subtitulado en http://www.youtube.com/watch?v=CgMMC2lpHcM&feature=related
6. Papasimakopoulos, Makisd and Damian Mac Con Uladh (2012) ‘Elections 2012: Live news blog’, Athens News, 11 de mayo, http://www.athensnews.gr/portal/8/55470.
7. Placas, Aimee (2012) ‘The Crisis and Social Movements’, College Year in Athens sponsored lecture, 23 de abril.
8. Woestman, Lois (2010) ‘The Global Economic Crisis and Gender Relations: The Greek case’, AWID: Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (sólo en inglés) http://awid.org/Media/Files/ICW_2010_GreekCase.
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