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Globalizar la lucha: “Jin, Jiyan, Azadi” (Mujeres. Vida. Libertad)

La palabra “coraje” viene de la palabra latina cor, que significa “corazón”. “Coraje” se traduce como “valor, energía y voluntad para afrontar situaciones difíciles o adversas”.

Más de 2.200 personas fueron testigos de primera mano del coraje que desbordaba la sala en la que se celebraba el foro anual de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID). En ocasiones, se nos rompía el corazón escuchando los testimonios y experiencias de mujeres y niñas procedentes de distintos lugares y realidades. La escala y magnitud de los terribles efectos de los conflictos armados, del acaparamiento de tierras, de la crisis financiera y de la violencia en todas sus formas nos rompía el alma. Efectos de los que mujeres y niñas no pueden escapar. Un terrible juego que afecta a sus medios de vida, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de miles de millones de personas, la mayoría de ellas, como bien sabemos, mujeres, niños y niñas, agravando y exacerbando la pobreza.

En otras ocasiones nos hemos maravillado ante el ingenio y la capacidad de innovación de estas mujeres y niñas  para movilizar a sus comunidades y superar la desigualdad y discriminación a las que se deben enfrentar día a día. Como, por ejemplo, ante las muestras de solidaridad con Samira Ibrahim, una mujer de 25 años que llevó al gobierno egipcio ante los tribunales tras ser obligada por las fuerzas de seguridad a someterse a un examen para “comprobar” su virginidad al ser arrestada por manifestarse de forma pacífica durante la Primavera Árabe.

No sólo en El Cairo, sino en todo Egipto, muestras de arte urbano llenaron paredes y espacios públicos, elogiando la fuerza de Samira para superar la vergüenza y romper con los tabúes, armas a menudo utilizadas para mantener a las mujeres y sus comunidades cautivas.

“Volveremos a nuestras vidas, pero seremos más fuertes. Más fuertes porque ahora sabemos que hay muchas otras dadas (hermanas) en todo el mundo que, como nosotras, trabajan para lograr justicia en sus pueblos y ciudades”, afirma Mandiwe. “El cambio debe empezar por nosotras mismas”.

Primero, debemos apreciar lo que hacemos y valorar aquello con lo que contribuimos”, añade Ester. En numerosas ocasiones durante el foro se hizo referencia a la necesidad de que las mujeres sientan que tiene derecho a emplear parte de su tiempo a su propio cuidado. “Las mujeres, en especial, emplean todos y cada uno de los segundos del día al cuidado de los demás y, en muchos casos, simplemente no tienen tiempo para atender sus propias necesidades.

Pobreza, violencia y conflicto

La pobreza, la violencia y el conflicto tienes terribles consecuencias a corto y largo plazo en las vidas de las mujeres, quienes a menudo sufren en silencio y sin recibir apoyo alguno. “Necesitamos políticas y programas gubernamentales prácticos, que hagan frente a la violencia y el abuso que sufren las mujeres. En el caso de la violencia doméstica, que los gobiernos reconozcan que existe no es suficiente. Necesitamos acciones reales contra los hombres que infligen la violencia”, reclama Ester.

La sesión de clausura trató de recoger la complejidad y la diversidad de todas las cuestiones surgidas a lo largo del foro, muy relacionadas entre sí y que influyen en el derecho de las mujeres a la justicia económica a nivel doméstico, comunitario, nacional y global. Se acordó que la noción de “cuidado propio” debe convertirse en una estrategia a nivel político que  fortalezca y nutra la capacidad de las mujeres de resistir y recuperarse. El acceso de las mujeres a recursos como la tierra, los alimentos o la educación debe ser democratizado. Y el derecho de las mujeres a hacer oír su voz y que ésta sea escuchada, debe ser respetado. “Las mujeres masai son invisibles. En muchos casos, incluso para ellas mismas. La mayoría ni siquiera sabe que tiene derechos”. Los comentarios de Ana durante nuestra conversación del primer día vuelven a mi mente.

“No estamos aquí para acompañar, sino para reclamar”

“Sufrimos un doble abuso. No sólo se nos explota, sino que, también, la cultura dominante nos oprime. La lucha por los derechos sobre la tierra está dominada por los hombres. Los espacios de lucha por los derechos sobre la tierra, incluso en Vía Campesina, no están abiertos a las mujeres. Esta lucha está liderada por hombres que creían que las mujeres estábamos ahí sólo para “acompañar”. No para dirigirla. Y logramos cambiar esto. Conquistamos espacios cerrados para nosotras.

Reclamamos igualdad de derechos y nos negamos a apoyar aquellos debates que no contaran con la participación de mujeres. La lucha por los derechos sobre la tierra necesita y debe contar con mujeres al frente, liderando. Si queremos que los derechos sobre la tierra sean una realidad para todos, debemos incluir la defensa de los derechos de las mujeres. Sólo defendiendo los derechos de las mujeres conseguiremos detener las injusticias”, subraya Francisca Rodríguez, política miembro de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile (ANAMURI).

Volver al “mundo real” y próximos pasos

“Debemos globalizar nuestra lucha. Debemos colaborar con otros movimientos para lograr, así, transformar el poder económico. La crisis financiera de 2008 puso en evidencia la fragilidad del mundo. Evidenció que no se trata sólo de una crisis económica, sino de una crisis de ideas. Debemos llenar ese vacío de ideas que los “peces gordos” han creado.

 

Debemos transformar el sistema. Debemos transformarnos a nosotras mismas. Debemos llevar nuestro movimiento a la calle, ir más allá de los documentos políticos, los informes y los artículos, y desafiar el orden hegemónico mundial que separa al Norte del Sur. Nos enfrentamos a una batalla económica. Es importante que no olvidemos que cuando hablamos de las victorias de la Primavera Árabe no podemos olvidar la lucha que a día de hoy llevan a cabo nuestros hermanos y hermanas en Palestina”, subrayó la catedrática Radhika Balakrishnan.

Tras estas palabras, una marea de mujeres llenas de esperanza se levantó, abandonó el Halic Centre, y llenó las calles de esperanzadores carteles y pancartas. La honestidad, la solidaridad y el espíritu de celebración de las mujeres detuvieron tranvías, autobuses y coches. Muchas de las personas que observaban desde las tiendas y balcones se unieron a la celebración, bailando, cantando y gritando: ‘’Jin, Jiyan, Azadi”. “Mujeres. Vida. Libertad”. Canticos que llegaron más allá de la plaza Taksim, en el corazón de Estambul.

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